Con la cocina que nos gusta, la que proponemos para el Trillo, quisieramos despertar todos los sentidos de cada persona que viene, que se sienta especial y única en ese momento.
Echamos mano siempre de nuestra cocina mediterránea, que con su variedad y la calidad de sus productos, me ayuda a conseguir el abanico de emociones que quiero llevar al plato. Con el aceite de oliva como telón de fondo, busco a los protagonistas de mi historia. Puede ser una carne, un pescado, una crema, ¡lo que yo le pida al Mediterráneo! Y entonces juego, siento, me dejo persuadir.
A nuestros personajes principales les buscamos el contrapunto, sus realces. Actores secundarios que en su justa cocción crean una trama compleja de sabores, olores y tactos, creando un todo único que no camufla ningún ingrediente.
Un todo que se remata en un entorno privilegiado, acompañado de un buen servicio y siempre, con el mayor de los cariños por mi parte y por la de todo mi equipo.
Mi pasión por la cocina me la despertaron mi abuela y mi madre. Ellas sabían cómo hacer saltar los ajos en el aceite y hacernos disfrutar de su buen hacer, y yo, que no me separaba ni de sus risas ni de su charloteo, descubrí muy tempranamente que cocinar es una experiencia que empieza al cortar la cebolla, que se lleva a la mesa y que no termina hasta la sobremesa.
Estoy en mi cocina, en la Granada que me ha acogido y en mi Andalucía y suena Maite Martín de fondo. Me arremango y me pongo delante de los ingredientes y me convenzo de que se van a llevar bien.
El cariño y la emoción que me invaden se esparcen por la cocina y se me devuelve en una cucharada de un plato que consigue su propósito, para el que ha nacido.
Estoy en mi cocina, en la Granada que me ha acogido y en mi Andalucía y suena Maite Martín de fondo. Me arremango y me pongo delante de los ingredientes y me convenzo de que se van a llevar bien. El cariño y la emoción que me invaden se esparcen por la cocina y se me devuelve en una cucharada de un plato que consigue su propósito, para el que ha nacido.